UN PARTIDO DE CIUDADANOS
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Las venideras elecciones que se realizarán en Venezuela para la selección popular de gobernadores, alcaldes y concejos legislativos están marcadas por una particularidad inusual para la Democracia que incluso le resulta un contrasentido, y ello es la necesidad de que aunque existan varias ofertas electorales, los partidos que no forman parte de la tendencia del actual gobierno han apostado a unirse con la idea de aglutinar una mayor cantidad de electores alrededor de lo que han denominado el “candidato único”, toda vez que entienden que la maquinaria del gobierno, haciendo un uso notablemente irregular y abusivo de los fondos económicos, capacidad de persuasión y recursos operativos del Estado, posee una fuerza que sólo así pudiera ser derrotada. Esto trae consigo un reduccionismo y pragmatismo impropio para el sistema de libertades y pluralidad que se requiere en una sociedad moderna; sin embargo, es sano resaltar que no estamos del todo en contra de esa estrategia, aunque si debemos hacer las precisiones que vienen a lugar.
Las circunstancias marcan las reglas, estamos presenciando prácticamente una elección de segundo grado en su peor versión: los partidarios de la tesis socialista del actual Presidente de la República se midieron en un proceso interno para anunciar sus candidatos y los partidos que lo adversan, de la más variopinta ideología y aceptación, hicieron también lo propio, aunque presentaron un abanico más amplio de metodologías: consensos, encuestas y primarias e incluso tienen a la fecha espacios políticos indefinidos.
Ambos bloques extremos (oposición y gobierno) tienen algunos asuntos poco potables que deberán aclarar, se habla de fraude, imposición, acuerdos inconfesables, encuestas manipuladas, uso de recursos municipales, estadales y de entes del Estado para beneficio partidista, resultados de medianoche e inconformidades de militantes o adherentes, según el bloque; pero quedaron por fuera los que no se sienten representados por ninguno de estos dos extremos: los independientes, demócratas irreductibles, idealistas, ni-ni, liberales, centro, apolíticos, progresistas, entre otros calificativos que les han endosado a veces de manera diminutiva, aunque irónicamente representan la mayoría electoral; pero en un porcentaje no la ejercen (la abstención) y a los otros no les queda otra alternativa que seguir al candidato menos malo o irse del país.
Si entregáramos esta realidad a cualquier estudiante de ciencias políticas de alguna de las universidades de Europa, por ejemplo, él pensaría que Venezuela se debate salvajemente entre el blanco y el negro o más específicamente entre el rojo y el multicolor opositor; pero esto no es así. Los eventos electorales recientes arrojan un coqueteo del abstencionismo cercano al 50% de los votantes inscritos y estudios de opinión muy bien estructurados indican que el país quiere recobrar su tradición histórica de paz, hermandad y buen vecino en todos los planos, incluyendo el electoral y político. Cuando se dice “no volverán” es cierto, no volverán éstos (gobierno actual pronto a culminar su período en el 2009 por la vía de un Revocatorio inexorable) ni aquellos (oposición tradicional), sólo podrán venir los otros (los de la posición constructiva), el gran país trabajador, los que resumen lo mejor de la Nación; algunos de los cuales (muy pocos) están temporalmente y por estrategia en eso que llaman oposición y gobierno, en honor a la verdad.
La Democracia se basa en la multiplicidad de opciones y opiniones, así como en la amplitud de los diversos actores sociales para recibir y aportar ideas; es en términos generales una forma de vida en donde todos se respetan y se decide en función de las mayorías, delegando la facultad de gobernar en instituciones bien constituidas, consensuadas, delimitadas, independientes y que están concebidas para lograr el mayor bienestar colectivo. Este poder temporal de gobernar se obtiene en procesos de elecciones que se realizan cada cierto tiempo y para períodos cortos y finitos, en algunos casos con la posibilidad de reelegirse, asunto éste que no suscribimos por las desviaciones que en todos los ámbitos puede traer y ha traído, como delirios de grandeza y eternidad de los mandatarios al creerse indispensables e insustituibles.
Hace falta un nuevo liderazgo robusto, que así como el gran colectivo se lo ha propuesto, ponga sobre la mesa un plan (no académico ni tecnocrático, sino humano) de reconstrucción del país, con programas concretos, viables, realizables, honestos, de largo aliento, para que dejemos de oír las mismas frases todos los días, esas que nos han acompañado los últimos 50 años: “Estamos en crisis”; “Venezuela es un país rico con un pueblo pobre”; “Las roscas que afectan el precio de la comida”; “Sembrar el petróleo”; “Tenemos una Administración Pública corrupta”; “Los servicios públicos no sirven”; “Tenemos más muertos semanales que en las guerras del Medio Oriente”; “Los políticos son una plaga”; “Somos un país en vías de desarrollo”; “El problema aquí es de educación”; ¡Ya basta!, ¡Hasta cuando!, es que no nos merecemos vivir en un país en donde se diga en los titulares de la mañana: “Accidente en la multiautopista nueva fue controlado por más de 100 efectivos de los distintos cuerpos de seguridad y vigilancia que en menos de 5 minutos estaban en el lugar del suceso, afortunadamente por el perfecto diseño de las Islas y la actuación oportuna de los efectivos y sus modernos equipos de auxilio no hubo muertos que lamentar”; “Venezolano nacido en Cumarebo está postulado al Premio Nobel de Física”; “El IVIC junto a la UCV producen nuevo medicamento para controlar el avance del SIDA en fase I”; “Venezuela registra el más alto índice de graduación universitaria en América Latina”; “Los Juegos Panamericanos tienen nuevo protagonista: Venezuela encabeza el medallero”; “Oleada de venezolanos ex residentes en Miami regresan al país y motorizan diversos parques industriales y de negocios en Barquisimeto”; “Venezuela tiene la tasa más baja de suicidios y homicidios en Hispanoamérica”; “Las Olimpiadas de Matemáticas en Viena tienen nuevo líder: Venezuela”; “La Vinotinto clasifica cómoda al mundial de fútbol”; “El Hospital Oncológico Padre Machado recibe premio mundial por su programa preventivo de cáncer de seno”; “Inaugurada línea 7 del Metro de Caracas que une la estación de Petare con Guatire: 750.000 personas serán beneficiadas”; “El reporte financiero de fin de año indica: Tasa de Interés Pasiva 3,1% – Tasa de Interés Activa 5,8%”; “La ONG Transparencia Internacional clasifica a Venezuela como el país menos corrupto de la región”; “Según un informe de la Arquidiócesis de Valera, ningún niño en situación de calle se acostó ayer sin comer, Obispos pueden dar fe de ello”; dice el Clarín de Argentina en su editorial del domingo: “Todo el mundo quiere ser venezolano, porque además de tener muy buen humor, un hermoso país, gente bella, viven muy bien y seguros, la combinación es perfecta, el sitio es ideal para vivir”.
Esta última década ha sido para todos como una especie de guerra civil y sicológica en donde hemos tenido que presenciar más de ciento veinte mil asesinatos (120.000) por la ineficiencia de las políticas públicas; ver pisoteados los más elementales derechos humanos y éticos ; convivir en un suelo con aproximadamente siete millones (7.000.000) de discriminados por las listas del gobierno, contando a los firmantes directos y sus familiares, que le impiden el acceso al trabajo, créditos, programas sociales, permisos, trámites y contratos a ciudadanos que sólo expresamos cívica y constitucionalmente una opinión política; entre otros miles de delitos, abusos y tropelías. El gobierno tendrá que responder más temprano que tarde ante la justicia nacional e internacional por todos sus actos y se defenderá como considere prudente ante tribunales que deberán ser imparciales y respetuosos de las leyes. De nuestra parte, saquemos las lecciones dignas que este tipo de eventos deben dejar, para levantarnos con fuerza de las ruinas y reconstruir el país, ahora con el abono del perdón, la rectificación, la valentía, el amor a la familia y al prójimo, el trabajo tesonero, el buen ejemplo, la excelencia, el respeto a las leyes, la prosperidad como norte, el respeto al medio ambiente, la inclusión, la solidaridad, la apertura a las ideas contrarias, entre otros altos valores humanos, aferrándonos en la fuerte idea de que hay un Dios Supremo que vigila por todos, incluso por los que se fueron de este plano.
Desde Venezuela proponemos un movimiento ciudadano nacional (y luego internacional) sin apego taxativo a las ideologías políticas clásicas, pues su basamento funcional será la consecución de la “Paz, la Libertad, la Igualdad, la Prosperidad y la Solidaridad”. Así pasaremos de ser sólo unos ciudadanos idealistas a ser además unos políticos idealistas, miembros de un nuevo partido político ejemplarizante, en búsqueda de acceder al poder para transformar todo lo que sea necesario para el bien común, sin discriminación ni ventajismos, amalgamando seguramente en su seno la aspiración expresa de más de catorce millones (14.000.000) de venezolanos registrados en el CNE, que resultan de sumar aproximadamente los que no votan más lo que no creen en las estructuras políticas actuales: Un “Partido de Ciudadanos”, que trabaje para los veintiséis millones (26.000.000) de venezolanos y para el mundo, que postule para cada cargo y cada elección a los mejores ciudadanos, a aquellos que posean las mejores capacidades e historia de vida, talentos que nos hagan lucir en los escenarios nacionales e internacionales, que miren primero hacia su país y resuelvan, y luego vean al exterior y apoyen solidariamente.
Si el norte no se pierde y se insiste por encima de todo, es decir, se busca siempre “la Paz, la Libertad, la Igualdad, la Prosperidad y la Solidaridad” como aspiración única de la sociedad organizada, como fin privilegiado del Estado y obligación primordial del Gobierno de turno, no importan los personajes sino el proyecto, total, los elegidos sólo podrán ser gobernantes o legisladores por un período sin posibilidad alguna de reelección (se propondrá una Enmienda Constitucional al respecto), el proyecto continuará, luego vendrán otros que seguirán la tarea, los de relevo, haciendo honor a una norma básica de la Democracia: la alternabilidad. Este “Partido de Ciudadanos” deberá nacer de las entrañas más trabajadoras del país, de aquellos que siempre le han dejado la política a los políticos; de los líderes comunitarios; de las ONGs; de las iglesias; de los empresarios; de los barrios; de los pueblos; de las universidades; de la clase media; de los artistas; de los grandes analistas y críticos del sistema; de los gerentes; de los estudiantes; de las amas de casa; de los poetas e intelectuales; de los agricultores, ganaderos y pescadores; de los clubes; de las canchas deportivas; de los venezolanos en el exterior; de los investigadores; de los dueños de bodegas; de los excluidos; de los gremios profesionales; de los adultos mayores que dieron todo por su país; de los que trabajan arduamente en fundaciones sin fines de lucro; de los honestos políticos de carrera; de cada rancho y cada apartamento del país, en fin, de los que desean un país mejor para sus hijos y para el mundo.
Vamos a organizarnos en un “Partido de Ciudadanos”, sin ánimos de protagonismo ni pensando en qué nos quedará en el bolsillo, porque lo más grande que nos va a quedar es un país saludable para vivirlo con nuestros afectos; no se trata de construir un monolito político-administrativo de presidentes, secretarios regionales y seccionales, se trata de difundir las ideas, los proyectos y las responsabilidades de cada uno en el marco de nuestro norte, repetimos, conseguir la “Paz, la Libertad, la Igualdad, la Prosperidad y la Solidaridad” para cada uno de los habitantes de este país, y eso nos va a llevar a tomar medidas que puedan catalogarse como capitalistas o neoliberales, socialistas, de centro derecha, de centro izquierda, de los utópicos, de los comunistas, entre otros; pero todas serán bienvenidas en la medida que sumen a la causa: un país vivible. Esto será un buen ejemplo para el mundo y ayudaremos a crear “Partidos de Ciudadanos” en cada rincón del planeta, que así como los Partidos Verdes, coincidamos en los aspectos troncales, nuestros fundamentos, respetando las particularidades de cada país.
Para terminar, dejamos este material bibliográfico del Observatorio de la Democracia -ODEMO- para reflexionar si esto es lo que estamos viviendo en Venezuela o es lo que debemos buscar:
“La Democracia es una doctrina política y un modelo de convivencia social de origen y carácter civil, que privilegia los derechos humanos universalmente aceptados que poseen todos los ciudadanos del mundo por encima de la autoridad y poder de los gobiernos, estados o cualquier otra instancia de poder; toda vez que esa legitimidad (autoridad y poder) proviene de una delegación temporal que otorgan los ciudadanos para que estos funcionarios ejerzan su rol de servidores públicos a favor del bienestar colectivo. La democracia se materializa y debe ser visible para el ciudadano con indicadores crecientes de Paz, Libertad, Igualdad, Prosperidad y Solidaridad”.
Estos parámetros se pueden definir así: 1) La Paz, entendida como un estado de funcionamiento social, económico, político y cultural que permite a los ciudadanos convivir bajo las reglas jurídicas establecidas, el diálogo y el consenso. 2) La Libertad, concebida en su más puro y amplio entendimiento, sin más limitaciones que las que se derivan del imperio de la ley y la justicia social. 3) La Igualdad, ante las leyes e igualdad de oportunidades en todos los campos de la convivencia humana. 4) La Prosperidad, entendida como una meta de vida en donde los ciudadanos puedan acceder a todos los bienes y servicios necesarios para disfrutar de una vida digna y equilibrada con el medio ambiente. 5) La Solidaridad, como una actitud y un mecanismo necesario para corregir las ineficiencias de la actuación pública y privada con respecto a las minorías y los menos favorecidos y, aún más importante, como un verdadero gesto de respeto a la dignidad humana.
MSc. Richard Vargas